POEMAS

RECOPILACIÓN DE GRANDES POESÍAS



PEQUEÑO NOCTURNO
Osvaldo Bazil

Ella, la que yo hubiera amado tanto,
la que hechizó de música mi alma,
la que más blando susurrar de égloga
derramó en el azul de mis mañanas,
me dice con ternura que la olvide,
que la olvide sin odios y sin lágrimas.
 

Ella, la que me ha dado más ensueños
y más noches amargas,
se aleja dulcemente,
como una vela blanca.
 

Yo, que llevo enterrados tantos sueños,
que cuento tantas tumbas en el alma,
no sé por qué sollozo y por qué tiemblo
al cavar una más en mis entrañas.

 



POEMA DE LA DESPEDIDA
José Ángel Buesa

No sé si te amé mucho... no sé si te amé poco;
pero sí sé que nunca volveré a amar así.

 

Me queda tu sonrisa dormida en mi recuerdo,
y el corazón me dice que no te olvidaré;
pero, al quedarme solo, sabiendo que te pierdo,
tal vez empiezo a amarte como jamás te amé.

 

Te digo adiós, y acaso, con esta despedida,
mi más hermoso sueño muere dentro de mí...
Pero te digo adiós, para toda la vida,
aunque toda la vida siga pensando en tí.

CANCIÓN DEL AMOR LEJANO
José Ángel Buesa


Ella no fue, entre todas, la más bella,
pero me dió el amor más hondo y largo.
Otras me amaron más; y sin embargo,
a ninguna la quise como ella.

 

Acaso fue porque la amé de lejos,
como a una estrella desde mi ventana...
Y la estrella que brilla más lejana
nos parece que tiene más reflejos.

 

Tuve su amor como una cosa ajena,
como una playa cada vez más sola,
que únicamente guarda de la ola
una humedad de sal sobre la arena.

 

Ella estuvo en mis brazos, sin ser mía,
como el agua en un cántaro sediento,
como un perfume que se fue en el viento
y que vuelve en el viento todavía...

 

Me penetró su sed insatisfecha
como un arado sobre la llanura,
abriendo en su fugaz desgarradura
la esperanza feliz de la cosecha.

 

Ella fue lo cercano en lo remoto,
pero llenaba lo vacío,
como el viento en las velas del navío,
como la luz en el espejo roto.

 

Por eso, aún pienso en la mujer aquella,
la que me dió el amor más hondo y largo.
Nunca fue mía. No era la más bella.
Otras me amaron más... Y, sin embargo,
a ninguna la quise como a ella.

 AL AMOR

Tal vez, amor, bajo el sagrado velo

de la amistad encubres tu furor;
el corazón se entrega sin recelo,
y en él clavas la flecha a tu sabor.
Tirano dios, cuya perfidia lloro,
el infortunio me enseñó a temer.
Más ¡ay de mí!, si mi peligro adoro,
¿qué vale, amor tu astucia conocer?

 

 

 
ROSA

 

Rosa, joven divina y vaporosa,

formada del aroma de las flores;

dulce como canción de ruiseñores;

cual noche de esponsales, deliciosa.

Era de honor encantadora marca

su pecho; en su pupila penetrante

fulguraba una página del Dante;

en su faz, un soneto de Petrarca.

Su cuerpo era conjunto primoroso

de estrellas y jazmines. ¿Quién diría

que bajo forma tal palpitaría

un corazón tan grande y poderoso?

Rosa, joven divina y candorosa,

del bello capitán enamorada...

¡Cuán infeliz, vendida y desgraciada

fuiste por el amor...  ¡Ay pobre Rosa!

 

 

  Mi pecho enciende en misterioso fuego

Arístides Pongilioni

 

Plácida imagen, que en mi mente vaga;

nombre, más dulce que la miel hiblea,

vibra en mi alma.

 

Do quiera tiendo la mirada ansiosa,

doquier leve murmullo se levanta,

sueño de amor, la imagen me aparece,

y escucho esa palabra.

 

Nuca en sus alas la llevó a tu oído

la brisa al penetrar por tu ventana?

Es que en mis labios sin sonido flota,

y espira en mi garganta.

 

Pero si un punto de tus negros ojos

brilla en los míos celestial mirada,

ellos dirán en su lenguaje mudo

lo que mis labios callan.

 

Mírame! busca en mi semblante triste

ese secreto que mi pecho guarda,

y dime, ah! dime que alentar me es dado

siquiera una esperanza!

 

 


LA COPLA


Tiene la mariposa cuatro alas;

tú tienes cuatro versos voladores;
ella, al girar, resbala por las flores;
tú por los labios, al girar, resbalas.

 

Como luces su túnica, tú exhalas
de tu forma divinos resplandores,
y fingen ocho vuelos tembladores
tus cuatro remos y sus cuatro palas.

 


Ya te enredas del alma en una queja,
ya en la azul campanilla de una reja,
ya de un mantón en el airoso fleco.

 


En el pueblo, andaluz, copla, has nacido,
y tienes --¡ave musical!-- tu nido
de la guitarra en el sonoro hueco.

 

 


AFRODITA


Venus, la de los senos adorados

 
que nutren de vigor savias y rosas;
la que al mirar derrama mariposas
y al sonreír florecen los collados;
la que en almas y cuerpos congelados
fecunda vierte llamas generosas,
de Eros a las caricias amorosas
ostenta sus ropajes cincelados.

 

Ella es la fuerza viva, el soplo ardiente
de cuanto sueña y goza, piensa y siente;
de cuanto canta y ríe, vibra y ama.

 

En el niño es candor, eco en la risa;
en el agua canción, beso en la brisa,
ascua en corazón, flor en la rama.


ULISES RAYO
MÍRAME

 

 

Tú que me miras,
con tu luz en la sombra
con el fuego que emanas,
penetra mi cuerpo,
cual rayo en el viento,
se dispersa como el fuego
y me quema por dentro.

Si no me miras,
como luz del cetro,
con el fuego de tu adentro,
se aleja de mi centro.
Ya muy lejos, 
se expande en el universo
y me deja sin aliento.

Si regresas tu mirada,
si expresas en la nada,
te pido me tomes con tu alma,
para amarte como a nada.



 
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